domingo, 7 de junio de 2015

Tecnología: La energía

     El ser humano, como ser biológico, está integrado dentro del flujo de energía de la naturaleza. A lo largo de toda la historia, ha utilizado distintas fuentes de energía para realizar una amplia gama de actividades.
    El hombre primitivo podía encontrar la energía necesaria para sus procesos vitales en los alimentos que consumía y, por otro lado, dependía del Sol como fuente de calor.     Posteriormente descubrió el fuego, que aprendió a utilizar con múltiples fines.
    Pero fue a partir de finales del siglo XVIII, con el comienzo de la Revolución Industrial, cuando se produjo el gran cambio en la pautas de consumo energético de la civilización. El progreso puso en marcha maquinarias nuevas para la manufacturación de innumerables productos industriales, fabricadas masivamente. Se suma a esto la revolución en el transporte que consume impensables cantidades de energía.
    Desde finales del siglo XIX, la sociedad atraviesa etapas en las que el cambio y el avance tecnológico son las características principales. Aparece la energía eléctrica, los automóviles, los aviones, la industria química y la industria metalúrgica. Se da lugar así a la segunda fase de la revolución industrial, donde los combustibles fósiles, especialmente el carbón, aportaban la energía sin siquiera sospecharse el grave daño que más adelante ocasionarían.
    La tendencia a utilizar carbón como principal fuente de energía se modifica a partir de la Segunda Guerra Mundial, donde comienza a tomar protagonismo otro combustible fósil: el petróleo.
    Actualmente se necesitan grandes cantidades de energía para las diversas actividades humanas: agricultura, industria, transporte, comunicaciones y otros servicios que facilitan la vida moderna. Es por eso que el consumo de combustibles se ha incrementado espectacularmente en los últimos tiempos.
    La vida en la Tierra depende de la energía del Sol, nuestra estrella más cercana. La mayor parte de la energía que empleamos proviene, directa o indirectamente, de dicha estrella. Si bien nuestro planeta recibe sólo una pequeña parte de la energía irradiada por el Sol, como ésta es enorme, alcanza para sostener la vida de todos los organismos.
    Las plantas y árboles captan la luz solar para realizar el proceso de fotosíntesis mediante el cual elaboran su propio alimento y liberan el oxígeno que, tanto animales como vegetales, utilizan para respirar. Cuando se quema un trozo de carbón vegetal o de madera, se aprovecha la energía acumulada por las plantas.
    Estos combustibles se formaron a partir de seres vivos que habitaron nuestro planeta hace millones de años. El carbón y el petróleo guardan la energía que esos organismos habían tomado del Sol. Como consecuencia, para mover un automóvil se utiliza energía solar almacenada.
    Los generadores eólicos de electricidad impulsados por el viento dependen de la energía solar. Los vientos se originan como consecuencia del desigual calentamiento de las tierras y los mares. Por eso, al aprovechar la energía eólica también se utiliza, en forma indirecta, energía solar.




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